16 Cosas que he hecho en estas vacaciones que impulsarán mi vuelta al tajo
Reincorporarse tras unas vacaciones puede sentirse como una empinada cuesta. En este post comparto contigo qué pasos decisivos he dado estos días de asueto. Así podrás hacerte a la idea de qué tipo de acciones para tener unas vacaciones productivas podrás llevar a cabo tú. Y que volver al tajo sin malestar, caos o dramas es más que posible.

Voy a contarte cómo surgió la idea de realizar unas vacaciones largas “fuera del mundo online” y cómo las he planeado y reajustado conforme he ido pasando por sus distintas fases. He configurado estas 16 acciones para tener unas vacaciones productivas que a mí me han funcionado para llenarme de bienestar. Las comparto contigo como ejercicio práctico, reflexivo. Si lo prefieres, puedes empezar leyendo el post anterior: Descansar para disfrutar, crecer ¡y tomar carrerilla!
En la fase previa a las vacaciones
“Las vacaciones no se tratan tanto de abrir regalos como de abrir nuestros corazones.” Janice Maeditere
Antes de descansar, decidí que era primordial entender por qué necesitaba unas vacaciones y qué aspectos debía tener en cuenta para que las vacaciones fuesen productivas, especialmente en cuanto a bienestar.
Así que consideré que las acciones que no podía eludir eran:
1. Analizar mis roles personales/profesionales y qué me “chirría” en ellos
Soy partidaria (especialmente tras la lectura de Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, de John Dyer) de pararse a pensar cómo es nuestra vida. Qué distintos papeles tenemos, sin darnos cuenta. Y es que, a la vez, somos persona, padre/madre, hermano/hermana, hijo/hija, empleado/empleada, jefe/jefa… Aprender a observar cómo son nuestros roles, cómo nos gustaría que fuesen y qué está de nuestra mano poner en marcha puede resultar determinante en nuestro bienestar.
2. Redefinir mi círculo de influencia en esos roles para poner límites a la impotencia
Todos querríamos tener capacidades mágicas para ayudar a nuestros seres queridos y que evitaran errores, dolor y malos ratos… pero eso les quitaría algo muy importante: la libertad y el aprendizaje que conlleva vivir la propia vida como desean y al ritmo que necesitan.
Nuestro círculo de influencia es el ámbito en el que nuestras acciones tienen un efecto directo en aquello que queremos mejorar, cambiar… ¡o desechar! Fuera de él, aquello que decimos y hacemos no tiene el resultado que desearíamos obtener, por lo que pasamos de ser efectivos a sentir impotencia. Y la impotencia no mola.
De ahí la necesidad de tener claro donde empieza y termina (por así decirlo) nuestro “territorio”. Y enfocarnos en él.
¿Y qué hay de lo que está más allá de nuestro círculo de influencia?
En mi opinión, lo mejor es ponerse en el lugar de la otra persona. Y recordar que está viviendo su vida. Las elecciones sobre ella son de su propiedad. Nuestro papel es apoyarle y acompañarle para que su experiencia sea lo más sana posible.
3. “Currarme” la aceptación de errores, situaciones presentes o pasadas que no está en mi mano cambiar
Todos tenemos un pasado… Y por mucho que en las pelis digan cosas como “lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas”, lo cierto es que parte de lo sucedido en Las Vegas pasa a formar parte de tus recuerdos. Y, como tal, de tus pensamientos.
Partiendo de la base de que los errores no siempre son evitables. Que, además, pueden ser constructivos, es preciso resaltar también la necesidad de no magnificarlos. No perpetuar esas malas sensaciones, pensamientos y emociones fuertes que despiertan los errores y sus efectos secundarios.
“¿Pero cómo pude…?”, “¿Cómo no me di cuenta…?”, “¿Cómo consentí que…?” son frases que es normal que surjan. No nos gusta equivocarnos.
Sin embargo ¿sirve de algo “fustigarse” con algo que forma parte del pasado?
¿Sirve de algo realizarse las preguntas en un tono acusador?
Es más ¿sirve de algo (una vez pasado el periodo inicial tras el error) darle vueltas, tratar de comprender algo que sucedió cuando tus circunstancias eran distintas?
4. Dejarme de rollos, tomar decisiones y ajustarme a ellas
A veces, tomar decisiones cuesta. Y es que surge el fantasma del miedo. El miedo al error. El miedo a tener que dejar atrás algo (o a alguien) que nos despierta afecto. El miedo a los cambios. A cómo vamos a encajar con la nueva situación…
Y eso es porque no nos damos cuenta (o tal vez no recordamos) que somos “maleables”, que estamos en continuo cambio. Que somos “animales adaptativos” y que los cambios son, en verdad, nuestro modus vivendi desde que nacimos.
Esos miedos de los que hablaba son los que nos llevan a veces a recular. Hemos tomado la decisión. ¡Yuju!
Pero… ¿y si no es la mejor decisión?
¿Cuántas veces te has preocupado por no saber si estabas tomando la mejor decisión?
¿Cómo te has sentido al respecto?
Y aquellas veces que te has arriesgado ¿qué ha sucedido?
A veces, arriesgarse, incluso equivocándose, es la mejor decisión.
Sí, como lees. En mi caso, tomar decisiones para salir de mi zona de confort en momentos difíciles me aterraba.
¿Y si me equivocaba? ¿Y si lo que me esperaba era peor?
Sin embargo, hubo un momento en el que me di cuenta que mis miedos me estaban colocando en una situación que prolongaba innecesariamente mi malestar. Y que yo podía hacer algo al respecto. ¡Y qué quieres que te diga: bien que me sentó!
5. Automatizar la publicación de antiguos posts en redes sociales
Una de mis preocupaciones era no desmontar el trabajo realizado para que este blog llegue a quienes pueda ayudar.
Parece ser que cuanto más nuevo es un dominio (en este caso porelcaminoazul.com), mejor es para su posicionamiento en buscadores que haya actualizaciones de forma constante y continuada.
Pensé en un primer momento en publicar recopilatorios y posts de “menor calidad”, más cortitos, “de relleno”. No obstante, no me sentía cómoda con esta idea.
Así que pensé en una solución: notificar mis vacaciones y poner en marcha un “piloto automático” en redes sociales.
No es que me encante aparecer solo con publicaciones programadas… pero menos me gustaba la idea de no reposar de las redes sociales en mis “vacas”.
En la fase de vacación profunda

6. Seguir ajustándome a las decisiones tomadas y continuar “sitiando” a la impotencia
¡Que la cabra tira «pal» monte!
Me tocó darme cuenta que me estaba desviando de mi objetivo, tomar aire y continuar como si nada.
7. Despertarme con la luz solar ¡vade retro móvil!
Experimentar esto de despertarte de forma ligera, sin sonidos satánicos (léase alarmas tecnológicas) es maravilloso para tener otro despertar y otra forma de enfocar tu día. ¡Y te la superrecomiendo!
8. Crear rutinas sencillas y asequibles que me aportan energía
Creo que existen acciones (y accesorios) que mejoran nuestra energía. Nos llenan de buen rollo. Y nos aportan un extra de motivación, de alegría, de capacidad.
Supongo que ya sabes a qué me refiero: ducha fresquita, música que te incite a cantar y/o bailar, meditación, desayuno energético… Si te apetece tener más ejemplos, aquí tienes estos dos posts que pueden resultarte de utilidad: 200 breves consejos para cuidarte más y ser más feliz y 105 interesantes actividades low cost que puedes hacer si te quedas sin vacaciones.
9. Aprovechar el calor para comer más sano
Como continuación del punto anterior era más que normal. Yo no sé tú, pero a mí en verano me entra menos hambre.
Sin embargo, en verano aparece uno de mis alimentos favoritos: ¡la sandía! Pero como no solo de sandía vive el hombre, es conveniente investigar qué platos incluir en nuestro repertorio culinario.
El verano es una época estupenda para volverte creativo con ensaladitas y recetas ligeras. ¡Y encima tardas menos en cocinar!
10. Chequeo médico para saber lo buena que estoy
Lo que aconsejan los médicos es que una vez al año te hagas un chequeo. Y, dependiendo de tu historial médico o familiar, tal vez te propongan hacer más de uno.
Sea como sea, chequearte antes de posibles excesos me parece una buena idea. Y eso hice.
¿Excesos, si dije que con el calor se me quita el hambre? Sí… ¡pero no de helados! ¿Cuál es tu favorito? A mí me gustan casi todos, menos los ácidos.
11. “Palpar”, “degustar” los efectos de las vacaciones
Nuevos “rituales”, mejor alimentación… más bienestar. Y a eso le sumamos nada de fechas límite… salvo el fin de las vacaciones.
He visto bastante cine, he leído un par de buenísimos libros que poco a poco iré intercalando en los futuros contenidos… Y, sobre todo, he practicado esto de “degustar” la carencia de estrés.
Y hasta aquí puedo leer, que diría Mayra Gómez Kemp.
En la fase de vuelta gradual a la normalidad
“No considero libre a quien no tiene algunas veces sus ratos de ocio.“ Cicerón
12. Aprovechar una cumbre gratuita online en inglés sobre creación de contenidos y matar 2 pájaros de un tiro
Se me coló un poco dentro de la fase de vacación profunda, pero no se lo digas a nadie…
Cuando surgen las oportunidades ¿hay que aprovecharlas? Solo si no repercuten negativamente en tu visión a largo plazo, a mi entender. ¿Tú qué opinas?
Practiqué mi escucha en inglés, sobre todo. Además, conocí distintas formas de creación de contenidos, promoción y truquitos blogueros de una “burrada” de profesionales. ¡No me lo podía perder!
13. Pequeños cambios en la web
Cambiar la tipología, pulir pequeños detallitos…
El grueso de la inversión mental que he hecho estas vacaciones en este aspecto ha sido en cómo mejorar tu experiencia en el blog. Me ayudaría mucho saber qué te gustaría encontrar aquí, qué echas de menos en el menú, qué tema te gustaría que tratara con más asiduidad… ¡Muchísimas gracias!
14. Vistazo a los futuros posts con ojos frescos.
Ya viendo cómo iba a cambiar la estructura del blog (es más, cómo iba a ser esta realmente) los contenidos previstos para este final de verano-otoño tomaban otro aspecto. Algunos tienen ahora más sentido… otros han sido pospuestos.
15. Esbozo del calendario de contenidos del próximo trimestre.
¿Era suficiente un post a la semana? ¿Qué día y hora eran mejores para publicar? ¿Qué días señalados y qué eventos coincidían con esos temas?
¿Qué le falta a mis contenidos? ¿Qué espera alguien al entrar en este blog?
En fin, que analicé el trabajo realizado, qué resultado me gustaría obtener y, como cuando era pequeña, jugué a unir los puntos.
16. Ajustarme más todavía a las decisiones tomadas y poner en su sitio a la impotencia.
¿No te dije que la cabra tira pal monte?
¡¡Pues, sí, tira… y mucho!!
¡Pero yo también!
Así que, ahí estoy: redibujando de nuevo mi presente y futuro.
Publicación destacada que no deberías perderte si quieres aprender sobre vacaciones productivas
Si te interesa la productividad uno de los sitios que ya te recomendé en el post 5 blogs de productividad para facilitarte la vida es el que cobija este post: El Canasto, de Jeroen Sanders. Reitero mi recomendación de que le eches un buen vistazo a su espacio, ya que no tiene desperdicio. Su forma de comunicar, directa y amena, hará que te sientas a gusto mientras aprendes a pulir tu forma de relacionarte con tus tareas y tu tiempo.
El post en cuestión es: Cómo tener unas vacaciones productivas. ¡Ya me comentarás qué te ha parecido!
Y tú: ¿cómo dibujas tu presente y futuro?
¡Sin Spam!
Cada vez que un blogger hace spam
el vínculo con sus seguidores tiembla.
Puedes indicarme qué tipo de información no quieres que te envíe.