¿Tú también practicas la amistad dos punto cero?

Descubre en este texto parecidos y diferencias entre la amistad convencional y la amistad 2.0. 

 

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Este post nace del agradecimiento que siento por mis amistades en el mundo virtual y el palpable… Extensible a todas aquellas personas que habéis alegrado mi corazón apoyando este blog, mi búsqueda de empleo, mi autóbusqueda y autoencuentro. Extensible a todas aquellas personas que consigan con sus emociones y la gestión de estas darle más sentido en mi corazón, si cabe, a este catártico espacio nuestro llamado Por el camino azul.

Y el súbito agradecimiento que siento hacia mi yo del pasado, que hizo lo que buenamente pudo  que, por cierto, no fue poco, ni sencillo, ni fácil…

Hace justo un año estaba viviendo uno de esos momentos personales a los que es mejor no tratar de añadir adjetivos, por si te da por tomártelos demasiado en serio. Para que me entendáis sin ahondar en profundidades innecesarias, diría que estaba simultáneamente en mi mejor y peor momento.

Estaba ahora tratando de crear una palabra uniendo ambas y parece ser que mi cerebro está o demasiado perezoso o muy enfocado en lo positivo: cogiendo el principio de la primera palabra (mejor) y el final de la segunda (peor) me da mejor. Debería darme meor, que bien pensado no está mal, si le das tono y gracejo andaluz…

Como decía, hace un año estaba aprendiendo a convivir con una situación ambigua en la que no terminaba de saber cómo sentirme: orgullosa de mí misma, triste, mosqueada por las decisiones tomadas a lo largo de un tiempo que, una vez fuera de él, no podía ver sino eterno…
Verdaderamente, no sabía cómo sentirme. No podía volver a verme a mí misma igual que antes. Y de la suma de las vivencias anteriores y las que estaban naciendo por aquel entonces, aparecieron una serie de posts que me ayudaron a sentir, a permitirme sentir, por encima de analizar o cometer esa desfachatez de responsabilizarme en exceso por lo vivido. ¿Cómo recobrar la ilusión?, ¿De verdad necesitas encontrar la caja negra? …. fueron unos textos que casi se escribieron solos porque creo que, en cierto modo, me los escribía a mí misma.  En el primero compartía mis descubrimientos acerca de buscar en el exterior algo que prefiero hallar en el interior, como la ilusión. Y en el segundo escribía acerca de la excesiva importancia que le damos a los porqués ajenos al hacer balance de una situación que se escapa a nuestro entendimiento.

En esa nueva etapa que no comencé a vivir previamente porque se me olvidó jugar con mi nombre, como me enseñó mi Abu, a la hora de pensar y/o hablar sobre mí misma (pasando de Rosa a Risa, Roja, Roca…). Se me olvidó también que podía también jugar con mi apellido (pasando de Palmer a Marple, como la anciana de las novelas de Agatha Christie, fantástica detectora de conductas y costumbres y, de paso, asesinos) a la hora de confiar en mi criterio, inteligencia y mis instintos. Se me olvidó también que a lo largo de mis entonces treinta y cinco años había conocido una ingente cantidad de personas que habían sabido ver en mí un algo por el que compartir pensamientos, filosofías y sonrisas. Confianza. Se me olvidó que si no descuidaba a mi niña interior, mi autoestima y mis citas conmigo misma, por muy mal dadas que pudieran dárseme, jamás estaría sola. Estaría con quien quiero que continúe siendo mi mejor amiga (con permiso de mi rubia y mis hermanas de la vida, en orden alfabético: Lourdes y Merche): yo misma.

En un momento dado dejé de hacer caso a los pensamientos culpabilizadores, llámame tiquismiquis, pero ya es el colmo que tu propia mente se meta contigo 😉 y comencé a echar buena cuenta de qué me decía mi cuerpo. Y mi cuerpo me mostraba más salud, más vitalidad, más belleza. Sí, más belleza. De esa que quizá los demás sean incapaces de ver, pero que te asalta continuamente. Que consigue que, al mirarte en cualquier superficie reflectamente, te notes más joven que en un lustro, más guapa que quién sabe desde cuándo y esbeltísima, a pesar de tu sobrepeso. Y es que no hay ninguna dieta que supere el subidón que supone adelgazarse las decenas de kilos que suponen  una autoestima dañada, un enfoque externo excesivo, un dolor de no sentirse valorada.

 

No hay dieta mejor que liberarse del peso de una autoestima dañada, de no sentirse valorad@. - ¡Compártelo: me ayudarás muchísimo!          

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En los primeros tiempos en los que la mayoría desconocían la naturaleza de mis sentimientos, y que muy pocos conocían el impacto de los mismos, pude dejarle bien claro a aquella pesada voz que durante demasiado tiempo me hizo sentirme sola en el mundo no sólo que se equivocaba, sino además que la que iba a quedarse sola iba a ser ella, puesto que había dejado de apetecerme hacerle caso.

En esos primeros tiempos volví a tener reencuentros, sobretodo virtuales, con grandes personas que tengo la suerte de atesorar en mi vida. Y fue así como recibía habitualmente los viernes una canción motivadora de Suso M., para alegrarme el día, un fortísimo abrazo en persona y la emoción a flor de piel ante el precioso relato de lo agradecido que se siente por contar con el apoyo y el amor de su esposa… Y fue así como tuve reencuentros con lágrimas, abrazos, ánimo e ilusión, con Lourdes P. y Merche P. Y fue así como tuve reencuentros de momento 2.0 con dulces amigas del instituto, como Isa L. y María «es somriure de Mallorca» R o mis «fantabulosas» compañeras de Parejas Orientadoras, iniciativa de mis amores, mis no menos «fantabulosos» #MutualFans @Julioamique y @Shibami_. Breves encuentros de positividad brutal con Toñy G. Divertidas conversaciones frikis con Enrique L…. Todo esto, podríamos llamarlo «amistad dos punto corazón». O amistad y punto.

Todo ello, y tantas otras cosas que, por espacio, no puedo contar en este post, llevaron al maravilloso punto en el que me sentí lo suficientemente valiente como para permitirme ser feliz, sin peros, sin matices, sin condiciones. Sonreí a la vida. Y la vida me sonrió de vuelta y, de paso, me guiñó el ojo, mostrándome que no hay mejor forma de soñar, que soñar a lo grande.

La vida me sonrió y guiñó el ojo, mostrándome que no hay mejor forma de soñar que soñar a lo grande. - ¡Compártelo: me ayudarás muchísimo!          

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Hoy estoy muy ilusionada por compartir con vosotros, a modo del regalo que es, una canción. Dedicada a todos vosotros y, muy especialmente, a mis Sis, a Suso M, a Dro (mi hermano de nacimiento y amigo vital) y a Miguel P. que, Merlineando, ha destruido el mito demoledor/castrador de que debe soñarse con cabeza. Hay que enfocarse con la cabeza, pero soñar… soñar hay que hacerlo con el corazón, con la emoción. Y, ya que estoy dedicando, añado también a mi yo de antaño: «chica, como el Magic Andreu, ponte tu misma la medalla, porque no hace falta que nadie más valide que eres una crack».


La próxima vez que me fugue, lo haré conmigo… y con vuestra valiosa compañía de amistad dos punto corazón.

 

Vídeo relacionado con este texto

Sin más, os dejo en la buena compañía de Boza, cantautora, perdón, Cantautora madrileña que le ha dado una vidilla reconfortante a esta mañana. Este es su tema «Fugarme conmigo».



Bandcamp de Boza, donde podrás escuchar y descargar sus canciones.


¿Qué es para ti la amistad? ¿Consideras que existe verdaderamente la amistad 2.0? ¿Qué opinión te merecen las distintas formas de vivir la amistad de coexisten hoy en día?

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Rosa Palmer

Soy la creadora y principal blogger de Por El Camino Azul. Ex-Miembro y reportera de la iniciativa de orientación laboral Parejas Orientadoras entre 2013 y 2016. Colaboré escribiendo artículos periódicamente en La Nueva Ruta del Empleo España entre 2015 y 2016. Mi vicio son las palabras. Adoro la vida, sus misterios, la comunicación y la creatividad. Me motiva la idea de difuminar la terrible frontera entre placer y trabajo. ¿Te apuntas?

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