Consejos sobre consejos
Los consejos son una fuente importante en nuestras relaciones . Dependiendo de cómo enfoquemos su creación o su recepción pueden ser herramienta de crecimiento o generadores de estrés. ¿Charlamos sobre ello?
Hoy me apetece hablaros sobre una herramienta vital muy extendida: los consejos. Los consejos son unos pedacitos de conocimiento que alguien te ofrece para guiarte en tu camino. Son opiniones. Pareceres. Quedémonos con esta última palabra para reflexionar sobre ella.
Parecer: algo que parece no tiene porqué ser. Esto es importante, no tan sólo a la hora de recibir un consejo y valorarlo, sino también a la hora de considerar la necesidad de ofrecerlo.
A veces nos invade la impaciencia, deseando que alguien llegue al mismo punto que nosotros hemos conseguido y sin tanto contratiempo. Queremos regalarle ese atajo en el que se convierte el consejo, evitarle males, que no malgaste su tiempo y fuerzas en aquello que damos por contado que le dañaría o retrasaría en sus objetivos. Y nos olvidamos de un factor muy importante: su derecho a equivocarse, a experimentar, a evolucionar no necesariamente hacia donde nos hallamos nosotros o nos gustaría que ese ser querido se encontrara.
Powered by Vcgs-Toolbox
Proteger es una acción que cobija, desde luego, pero hay que tratar de evitar que ese cobijo termine convirtiéndose en un zulo para el protegido. Éste, al igual que un secuestrado, cuando dejara -por el motivo que sea- de tener nuestra protección, terminaría por salir. Algo sencillo, como estirar los músculos, le dolería; así como algo tan bello como la luz del sol, esa estrella que levanta sonrisas y espanta depresiones. Habiendo permanecido encerrado en ese habitáculo, se le habría privado de caminar, explorar sus propios senderos, extraviarse, caer, reírse y aprender por todo ello. Cualquier bache podría resultarle nefasto, cualquier intersección cotidiana una decisión imposible de tomar. ¿Reflejaría esto, lo que queríamos para esa persona tan querida?
Por otra parte, cuando nos ofrecen un consejo, incluso con el mayor cuidado, quizá debido a quién lo da, quizá debido a que no tenemos los ojos lo suficientemente abiertos como para verlo y poder valorarlo con acierto, en ocasiones lo confundimos con una intrusión en nuestra vida. Entonces, me temo, quizá está interviniendo nuestro ego. Éste es como Gollum, de El Señor de Los Anillos. Un personajillo dual, con dos voces: una amable y tierna, y otra egoísta y resentida por situaciones que no han sucedido aún y, lo que es peor, pueden no llegar a suceder jamás.
El ego es útil, cuando aparece en su lado bello, equilibrado, no tanto en el otro, que hay que aprender a escuchar como la música de los videojuegos, como algo gracioso que transcurre paralelamente a aquello que nos importa: la acción. Así que cuando nuestro ego reclame su tesoro, que aquí sería la razón, hay que recordar que hasta los relojes parados la tienen al menos dos veces al día. Así que escuchar ese consejo sospechoso de intrusión en asuntos propios, por si coincide la hora, no sería algo tan terrible o complicado de realizar ¿verdad?
Podríamos también jugar a escuchar :
“Aquí tienes mi consejo. Te lo ofrezco. Es tuyo. Es un pedacito de conocimiento con el que quiero ayudarte. Dándotelo, no pretendo decirte cómo vivir tu vida, cuyos secretos no conozco. Puedes hacer con él lo que quieras: usarlo a tu conveniencia, regalarlo, compartirlo, desecharlo… Y no pasará absolutamente nada. No tengo derecho a juzgarte por ello. Y si lo hiciera, intenta recordar que tan sólo pretendo tu bien. No pagues mi incomprensión con la tuya. Porque nos causaría daño a ambos.”
Algo importante a recordar: los consejos no caducan. Pueden rescatarse y ser igual de útiles. Usarlos no es sinónimo de regalar las riendas de nuestra vida a otro: sino ser capaces de valorar las ideas por sí mismas, por encima de nuestro ego y el de los demás.
Y si, en alguna ocasión, solicitamos consejo a alguien y no nos lo da, debemos recordar que el consejo es una herramienta vital de responsabilidad para quien lo ofrece y quien lo recibe, ambos deben usarlo en su justa medida. Que decida no darnos un consejo no implica que se despreocupe de nuestro problema: quizá considere que exista alguien mejor para ello, quizá desconocemos que esté pasando por un mal momento, quizá considere que es una situación que debemos afrontar solos para que sea más productiva la experiencia, quizá simplemente esté seguro de que poseemos las herramientas necesarias para poder salir del apuro sin problemas. Quizá confía en nosotros, sin más.
Y tú, dime: ¿Te gusta recibir consejo? ¿Has rescatado algún consejo de alguien simplemente porque era acertado, apartando tu ego?
Imágenes: Pixabay.
¡Sin Spam!
Cada vez que un blogger hace spam
el vínculo con sus seguidores tiembla.
Puedes indicarme qué tipo de información no quieres que te envíe.
Todos los que necesites, por supuesto. ¿Sobre algo concreto o en plan sabiduría vital? Te regalo uno que me he dado yo sola recientemente: no tengas miedo de esperar. Aprovecha la espera para ordenar tus pensamientos, afianzar tus pasos, coger impulso. Esperar no es simplemente tardar más: es resistir mejor. Sabes que puedes contactar en privado cuando quieras ¿verdad? Fuiste de gran ayuda solucionando mis dudas, también. Recibe un abrazo de oso.
Citar Comentario
Rosa quiero un consejo tuyo
Emma
Citar Comentario