Balance: Días de un Pasado Futuro
A la hora de hacer balance de tu vida o situación vital no debería hacerse sin más. Descubre qué aspectos es importante que tengas en cuenta.
Revisar cómo se parece tu vida a cómo pretendías que esta fuera puede ser una tarea dura. En este post escribo sobre ello, sobre como veo mi camino, en cómo pensé en mi futuro años atrás y en cómo lo pondero hoy. En este y en próximos posts hablaremos, si te apetece, de cómo no dejar de ver el futuro como algo dictaminado, encasillado e inmutable.
Hay ciertos momentos en la vida en los que te da por revisar qué has hecho en tu vida, revisar cómo se parecen el camino que querías transitar y el que finalmente has tomado. Para hacerlo, creo, no hay que olvidar ser generoso con uno mismo, agradecido por cuanto has logrado exprimir de la vida, por todas aquellas cosas que te han traído sonrisa y bienestar.
Echando un vistazo para atrás con un calendario a mano, podría entenderse que no he aprovechado mucho tiempo en el que podría haber avanzado de forma palpable como profesional. No obstante, la mujer que escribe estas palabras varios días antes de que puedas acariciarlas tú con tus ojos, no puede, ni le apetece, verlo de ese modo.
No quisiera que me malinterpretes: por supuesto que la inversión en tiempo desde que en diciembre de 2008 salí de la empresa en la que más a gusto, valorada y comprendida me he sentido como profesional y persona, hasta hoy, tal vez pudiera haber conseguido más cosas de las que he logrado. Aunque, sinceramente, tanto da.
No por desidia ni desdén, no vayas a preocuparte por mí en este aspecto. No importa porque aún no han salido en mi pantalla las palabras “Game Over”. Y, de haber surgido, andaría yo buscando las consecuentes “Insert Coin”, brillantes, parpadeantes, incitantes. Si yo fuese un capítulo de una serie, podrías leer en mí “to be continued”.
En la clase de un divertido e inspirador profesor de FOL (Formación y Orientación Laboral), fuimos impelidos a sacarle brillo a nuestra imaginación, destreza y sueños creando un esquema, creo recordar a diez años vista, del que queríamos que fuese nuestro futuro.
Como quiera que en mi adolescencia yo quería vivir y que ello no implicara dejar de conseguir llegar lejos, mis planes distaban, por lo que recuerdo, de los de mis compañeros. Como quiera que supiera ya entonces que mi futuro iba a escribirlo y reescribirlo a cada instante, como quiera que todavía no conociera de lo maravilloso que resulta ese ejercicio si lo realizas seriamente, obtuve un mapa del tiempo, un mapa de mis tesoros en los que –ajena a algunos hechos que dieron un giro drástico a mis intenciones primeras- realicé, sin darme cuenta, una predicción parcial bastante interesante acerca del que a día de hoy, se perfila como mi futuro.
Terminaría mi FP, trabajaría en distintos puestos para adquirir la mayor amplitud de conocimientos acerca de mi profesión (el mundo administrativo es una fuente constante de reciclaje, todo un plus para alguien como yo) y una vez hubiese tocado distintos aspectos de formación autodidacta o no, y habiendo ido más allá en mi adorada y catártica escritura, escucharía aquello que mi espíritu tuviera que decirme acerca de qué estudiar en la Universidad… ¡Y, debido a mi trabajo, me codearía con la jet-set! Sí, jugué con mi sentido del humor, realizando el ejercicio en cuestión, ¿para qué negarlo?
¿Tiraría hacia mis sueños artísticos o hacia la ilusión de aprender enseñando? ¿Optaría por una Filología? ¿Hispánica, Catalana o Inglesa? ¿Sería Periodismo, directamente, como soñaba al jugar con la imprenta de mi Abu? ¿Me decantaría por Magisterio o Pedagogía? ¿Me adentraría más en los misterios de la mente humana, tirándome a la piscina más científica de la Psicología?
Por aquel entonces, pensaba que debía decantarme por la mejor opción y olvidarme de las demás hasta disponer de mayor tiempo para atacarlas, tal vez al disponer de mayor poder adquisitivo, tal vez en mi jubilación.
Por aquel entonces, no había todavía visto mucho de la asignatura de FOL ni tampoco había caído en algo muy interesante: que si utilizaba mi creatividad, tal vez noharía falta alguna renunciar a ningún interés de mi espíritu.
Algo que he aprendido, estos últimos años, es que es verdaderamente poco lo que necesito en mayúsculas. Esta crisis, los desvíos que he tomado en mi camino, podrían tal vez entenderse –observados de forma separada- como un desandar, como un no andar, como un sinsentido.
En fin, cada uno tiene en sus ojos, quiera o no, sus propias circunstancias al mirar vidas ajenas. Así que ya no me apetece sentirme mal por no ser comprendida en primera instancia. Y esto sucede, con mayor fuerza cada día, desde que noto y siento que yo sí me entiendo. Yo sí le encuentro sentido a mi camino. Si bien debo admitir que he tenido que aprender a tomar cariño a mis errores y defectos, convertirlos así en más livianos, menos dañinos y más simplemente lo que son: otra parte, y significativa, de mi idiosincrasia.
Y debido precisamente a que sé mucho mejor qué necesita la Rosa de ahora y estoy abierta a no dar por hecho que ya me conozco al máximo, a mí, a mis necesidades presentes y futuras y al mundo que me rodea, he podido tomar una nueva “moneda” que insertar, que en su momento me regaló @edulcoro, en una conversación off the record que mantuvimos cuando realizaba la entrevista que nos regaló a @POrientadoras. Una moneda que surge en el diccionario como “acotar”.
Debo admitir, que –esto no sorprenderá mucho a quienes me conozcan en persona- tomé ese acotar suyo y lo llevé a mi terreno. Así que más que “acotar” tengo que decir que lo que hice fue “Arrosar”. De este fenómeno por supuesto que muy mío, te hablaré en un proximísimo post. Así también podrás “arrosar” a tu libre albedrío, llevarlo también a tu terreno.
Como decía, “arrosé”. Y “arrosando” descubrí qué significaba verdaderamente “arrosar” para mí. “Arrosar”, significaba ser lo más yo posible. “Arrosar”, significaba tomar mi existencia y sueños y hacerlos a mi medida.
Volví de visita a mi pasado para así poder dibujar un futuro más pleno en el que la negatividad tenga la menor relevancia posible. Un futuro en el que, suceda lo que suceda, una cosa tengo clara: por muy mal dadas que puedan llegar a venirme, siempre podré encontrar aquí y allí, en los más insospechados lugares, personas que, sabiéndolo o no, compartan nuevas monedas conmigo. Más allá de las tierras, más allá de los mares, más allá de los tiempos.
¡Sin Spam!
Cada vez que un blogger hace spam
el vínculo con sus seguidores tiembla.
Puedes indicarme qué tipo de información no quieres que te envíe.