¿Sin motivación? ¡Energízate matando zombies!
Las tareas sin concluir provocan falta de energía y de motivación. Detectando qué nos resta energías y «atacándolo» daremos un subidón a nuestro ánimo. ¿Te apuntas?
En el post de hoy me apetece hablarte de la motivación y una forma de incrementarla que no siempre tenemos en cuenta: librarnos de aquellos eternos to do’s que, por distintos motivos, terminamos postergando casi como si nos fuese la vida en ello. Sin darnos cuenta que, debido a esta postergación una parte de nosotros se encuentra en descontento. Y es este descontento que se roba, deforma imperceptible, aquellas preciosas energías que preferiríamos invertir en conseguir nuestros sueños. O en cualquier otra cosa positiva.
Como lees: para motivarte te animo a matar zombies. Tal cual. Sólo que los zombies a los que me refiero no salen en ningún videojuego al que puedas animarte a jugar. Y tampoco vas a requerir de escopetas, espadas, ¿flores? para conseguir deshacerte de ellos.
Antes de hablarte de mis zombies en particular, permíteme que primero te muestre »el rostro» de lo que es para mí la motivación.
La motivación
La motivación es aquello (persona, cosa, concepto) que prende en ti el interruptor interno del »voy a». Tiene diversas formas y distintos lugares predilectos en los que a veces parece divertirse jugando al escondite contigo. Sólo depende de ti divertirte también jugando a encontrarla, descubrirla, potenciarla.
Sobre este juego del escondite, las fuentes de motivación y demás, si te apetece, podremos charlar en posteriores posts. En el de hoy, si quieres, te presentaré un concepto informático que recientemente he descubierto y que, de alguna forma, ilustra el porqué del título de este post.
Los procesos zombies
En no pocas ocasiones se ha comparado la mente, el cerebro y su funcionamiento a la forma de ser y funcionar de un ordenador. Esta más que mascada analogía fue la que prendió un interruptor en mi interior, mas no el de »voy a», sino otro, al que aún no he puesto nombre y que se encarga, casi de forma autómata, de enlazar piezas en mi mente y encontrarles su lado literario, metafísico o posteable.
¿Alguna vez, sin previo aviso, tu ordenador se ha vuelto perezoso, lento, se ha quedado como sin fuerzas, a medio camino entre estar vivo y estar muerto? Si tienes suerte, lo que le ha ocurrido a tu ordenador es que está padeciendo las travesuras de un proceso zombie, vivito y coleando, con hambre.
Parece ser que, tras terminar un proceso informático, hay ocasiones en las que estos quedan ni conectados ni sin conectar, en una suerte de limbo en la que siguen tomando prestados los recursos de tu ordenador, por lo que este no termina de rendir como debería.
Sin más, tu máquina parece menos máquina y se vuelve un tanto caprichosa, lenta, tal vez incapacitada. Por lo que cualquier acción que vayas a realizar con ella parece como mínimo complicadísima, pues los recursos que deberían estar trabajando para ti, se encuentran mareando la perdiz bajo el influjo de dicho proceso zombie.
¿Cuáles son nuestros procesos zombies?
Nuestros procesos zombies son todas aquellas tareas pendientes que tienen ese caracter dual de ser necesarias, tal vez obligatorias, y de tener a su vez algo en su naturaleza que parece impeler a la tuya a postergarlas.
Hablo de ese tipo de tareas engorrosas que, cada vez que salen a colación, van acompañadas de un »tengo que» que es más amargo que el de otras tareas a realizar, más cargante, como mínimo. Cargante de pesado, de crear una carga emocional resta-energías similar al de los procesos zombies. Puesto que su efecto no se limita al momento en el que las recordamos, sino que se propaga a cualquier momento de nuestro día, en vigilia o durmiendo. Creando malestar, tal vez nervios, y, sobretodo, una falta de ganas que no siempre sabemos identificar.
¿Qué hacer con los procesos zombies?
Con los procesos zombies hay dos cosas a hacer: armarse de valor o dejarse de tonterías y encarar la situación. Esto es: buscarlos, identificarlos y matarlos. ¡Y no: yo no inventé el término!
Matarlos no implica provocar ningún estropicio en el proceso en sí, sino en su »zombiedad», si me permites el palabro. Matarlos implica reconducirlos, dejarles descansar para que se encuentren a posteriori al 100% de sus facultades cuando volvamos a necesitarlos. Matarlos implica, a su vez, que nuestra máquina vuelva a funcionar como merece.
¿Conclusión?
Si te faltan energías, inviértelas en identificar y matar aquellos procesos zombies que no te permiten funcionar como verdaderamente mereces. Uno a uno, sin prisa, pero sin pausa. Si no puedes »matarlos», al menos recondúcelos de algún modo. De este modo, su peso sobre tu ánimo será menor. De este modo, los momentos de alegría serán de alegría y nada más.
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