¿Objetivo? ¿Misión? ¡Renovación!
Descubre el balance del primer aniversario de Por El Camino Azul.
Tenía ganas de realizar una publicación especial, con respecto al día de hoy: el primer aniversario del blog que tienes ante tus ojos.
Pensaba en cómo enfocarlo, desde semanas atrás, si compartir con vosotros cómo se ha desarrollado, cómo ha pasado de ser una idea rescatada gracias al comentario de mis compañeras de Parejas Orientadoras, a este hogar de las emociones y el fluir en el que poco a poco se va convirtiendo.
Se me ocurrió también la idea de realizar algún gráfico totalmente Made By Rosa, con mis bolis de colores, tal vez bruñir esa capacidad artística limitada pero divertente de dibujar; y darle un toque a la vez íntimo y así tratar de neutralizar la pesadez a la que asocio verter números sobre algo que siento no como medible usando el rasero matemático, sino usando el fluir de las sensaciones y las emociones.
Por suerte, esta mañana he acudido a la apertura de una formación de Pere Sbert, que ya tengo claro que se me antojará cortísima, en el centro PalmaActiva. Si el nombre te despierta sensación de déjà vu, quizá sea porque nominé a Pere a los Best Mentor Awards en los inicios de este blog.
Mientras el docente nos regalaba, en su particular y motivadora forma, los conocimientos que nos habían llevado al centro, me di cuenta de algo importante: y es que desde que era un germen creativo, este blog en verdad no ha tenido objetivo, como tal, sino una misión.
Y a esta misión, me la figuro como una especie de figura geométrica muy curiosa, variante, brillante en cuanto me deslumbra, y casi de otro mundo. ¿Habéis visto Terminator 2? ¿Recordáis cuando el antagonista de Schwartzenegger se regenera a través de aquel líquido viscoso, metálico que parece frío y ardiente a la vez? Esa figura geométrica de la que os hablo, estaría fabricada con él. Y conforme mi camino como persona ha ido tomando forma redondeada y curiosa, esta misión, esta figura, ha ido ampliando su número de lados. Y en ellos, como en un mar, como en un espejo, se están reflejando aquellas partes de mí que voy conociendo, revalorando o despegando del resto, a cada paso que el camino azul me permite paladear.
En este año, de vuestra mano, he vivido con alegría esta suerte de catarsis en la que se ha convertido el tratar de traducir en algo casi palpable, como son las palabras, aquello que me ha invadido con mayor o menor ímpetu o profundidad. Esas sensaciones, ese tratar de crear puentes entre mis emociones y conocimientos y los vuestros. De modo que compartir no fuese sólo una forma de crecimiento de mi capacidad comunicativa, sino que (deseando transmitir cuanto más vívidamente mejor este camino mío), fuese también una fuente más de crecimiento, de expansión, de explosión de cuanto haya podido frenar con anterioridad un autoconocimiento más profundo. De soñar que ese crecimiento fuese, en cierto modo, si os apetece, contagioso.
En estos meses, he descubierto a una Rosa que conecta con mayor facilidad de la que me atrevía a admitir, con una profundidad que me ha sorprendido, con personas que han tenido el gran detalle de compartir sus impresiones conmigo acerca de cuanto hayas podido leer aquí. Especialmente con Alexandra Masero, que nos ha regalado esa visión tan impactante y tan juguetona y cariñosa que tiene en forma de lindos posts en la sección Por una cabeza (actual Talento), que bien podría llamarse por el fuego de un inteligente corazón.
En estos meses, he aprendido a realizar preguntas y, lo que es mejor: he aprendido a no realizarme aquellas de las que no vaya a surgir nada productivo, sonrisas o bienestar.
En estos meses, he aprendido que cuando deja de preocuparte la imagen que los demás tienen o puedan llegar a tener de ti y aquello que realizas, cuando te deshaces de aquello que llamamos necesidad de control, cuando borras la palabra imposible, cuando te olvidas de quién estás convencido ser para terminar por descubrir esa maravillosa persona que te estabas perdiendo y no es nadie sino tú, eres más ligero, más veloz y más inevitablemente adorable.
En estos meses, he aprendido que, suceda lo que suceda, puedo elegir cómo sentirme. He recordado lo aburrido y exclavizante que puede llegar a ser hacer demasiado caso a pensamientos negativos, cuánto pesan, lo abusurdos que en verdad son.
En estos meses he desarrollado la capacidad de sonreír ante piropos y halagos, mi capacidad de recibir críticas con hambre de conocimiento mientras mi ego se encuentra fastidiado cara a la pared, mi capacidad de ver en mí misma todo aquello susceptible de entenderse como virtud y orgullecerme de ello, valorarla como algo con peso, justo como hago con las de los demás.
En estos meses he descubierto que soy una Rosa en constante evolución, en constante crecimiento, en constante descubrimiento. Y lo que es más: en estos meses he descubierto que el hecho de descubrirme, de descubrir un yo más sin filtros ni creencias, de descubrir un yo que veían unos pocos, de descubrir un yo que tal vez no viera nadie… me ha enamorado.
En estos meses he descubierto que podía enamorarme de aquello que me convierte en mí, que me lleva más allá de mí.
Y lo que es más: he descubierto que no hay nada de prepotencia en ello.
¿Qué os ha parecido este primer añito?
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