Sentidos, sensibilidades, clicks y despertares.
Dicen los poetas que escribir en medio del enamoramiento hace flaco favor a tus versos… Así que nada más sentirme enamorada, me dejé de versos y me conduje por esta prosa en la que dejar fluir mis sentimientos. ¿Me acompañáis?
A ti, ya sabes porqué ¿no?
Siento que sientes que dudo y el escozor de tu duda me visita; cosquillea, muerde y baila con mi ilusión. Siento que sientes que dudo y no puedo sino liberar mis dudas, hacerlas tuyas, no para que te posean, sino para que arranquen ese escozor que no debería jamás casar contigo, con ninguna parte de ti…
Tus palabras. Las palabras que me has hecho llegar en las últimas semanas… escritas, envueltas en un tierno halo de vitalidad, en un código blanco, repleto de todos los colores imaginables. Ellas, junto todas aquellas palabras que imaginaba nadando en tus pensamientos, que casi podía sentir en tus gestos, que casi me acariciaban entre aquellas cuyo sonido sí flotaba hacia mí, hacia mis ojos, hacia mis oídos, hacia mi sentir.
Tu mirada, cómo ella acaricia más que mil yemas tiernas hambrientas de cariño. Cómo ella me habla y rellena de matices esas imágenes que se crean en mi interior, tan vívidas, tan palpables, tan mías…
Tu tacto, violentando mi malestar, quemando sus puentes, destruyendo sus comunicaciones con mi alma, con cada célula que se oxigena junto a tu hálito, cálido, fresco, dulce, picante, brillante y mágico.
Tu oído, acogiendo mis sentimientos entre ellos y tu mente, enviando indomables tropas invencibles en forma de caricias, en forma de más miradas que tanto expresan, incluso cuando aún no se cruzan con la mía… Tu oído sintiendo mi dolor y robándomelo, lanzándolo hacia ese incombustible sol que lo carboniza, desintegra y hechiza.
Tus letras, surcando el aire entre ambos, tan sinuoso, acogedor, tan en crescendo, tan en picatto, tan en staccatto, tan ad libitum… creando un canon inverosímilmente genuino entre tus latidos y mis latidos…
Y tus pasos, contagiados de los míos, plagando la danza que se sorprende bailando aquel órgano que toca, canta, enrojece y se desborda, mientras reparte toda esa vida que insuflas con tu vida.
-¿Quieres probarla? -Sugeriste sonriente, casi divertido, señalando tu bebida. Sin notar que andaba yo muy ocupada probándote a ti y a cuanto acabo de mencionar, en ese mágico mundo paralelo de la imaginación en el que ya te había vuelto a besar.
Y antes, mucho antes, cuando tu espacio invadía el mío fusionándose ambos en un terreno no neutral sino conjunto en el que creo que sería incapaz de hallar frontera alguna…
Ese andar que anduvimos por las duras calles de la ciudad, convirtiéndose ellas en un fluctuante camino en el que cada rincón me llevaba a desear empequeñecer los centímetros, los milímetros, las micras…
Hablar de la belleza de la luna plena, radiante como ella sola…
-Alguien se va a transformar, esta noche -admití, maravillándome ante ella, ante mí misma, sonriendo por dentro, tal vez por fuera. Demasiado concentrada en sentir como para poder ponerle palabras a ese camino en el que ya me estaba adentrando.
-¿He hecho algo mal? -Salió entre tus labios. Jugando esta frase con mi mirada y nuestras sonrisas mientras yo navegaba en un tiempo inexistente en el que los segundos no se extinguían jamás.
Ese hálito frenándose al elegir una pequeña y tímida mesa con una tierna luz de vela extinguiéndose, tan frágil y tan fuerte a la vez… La maravilla de verte sintiendo la fragilidad de esa vela y no pudiendo evitar ponerle palabras que besaron mi corazón…
Y esa cercanía que daba brillo a los labios, elevándolos, redondeándolos, regalándoles ese deseo que iba subiendo no sé muy bien desde dónde, hacia dónde, pero sí sé cómo. Y tú, intuyo que también no puedes evitar saber.
Mas pasos en las duras calles de la ciudad, que casi parecía nuestra, nos mostraron una pareja besándose, cariñosa, divertida y ardiente, y no pude sino sonreír. Notar el click de ese cerrojo que había decidido rendirse ante el multifeeling que crecía en mi interior hacia ti.
Casi pude sentir cierta nostalgia en tu interior. Una punzada dolorosa, mientras nos acercábamos a esa pareja. Quizá tan sólo fue una ilusión, un exceso de locura tierna que no tuvo lugar en la realidad… mas no lamenté ese encuentro, ni me apeteció lamentar esa sensación que se me antojó notar, quizá sin notar…
Y es que me encontraba demasiado ocupada notando más clicks de más cerrojos, conocidos e incógnitos, todos ellos rindiéndose sólo ante la dulzura de la posibilidad.
Al despedirnos, mis besos viajaron a tus mejillas, no queriéndose separar de ellas, con la sola ilusión de poder, con esa cercanía, escuchar también dentro de ti ese click que te llevase a sentir, a sentirme, a sentir lo que no podía sino sentir.
A sentir que no podía sino sentir.
Espero que os haya gustado.
¿Qué sensaciones curiosas os ha despertado el amor?
¡Sin Spam!
Cada vez que un blogger hace spam
el vínculo con sus seguidores tiembla.
Puedes indicarme qué tipo de información no quieres que te envíe.