Twillight Zone y los pensamientos intrusivos

Los pensamientos intrusivos, si campan a sus anchas pueden acarrear la sensación de «expropiación» de nuestra vida.

 

The Twillight Zone

 

Hoy me apetece hablar de cuando la imaginación nos aborda, nos subyuga y nos lleva hacia un estado en el que todo es posible para nosotros, aunque no como debiera. Hablo de la Twillitght Zone, de la dimensión desconocida, de los límites de la realidad en los que nos sitúa a veces nuestra mente. Cuando esta trata de convencernos de que no tenemos capacidad de movimiento, de que no tenemos más remedio que ser la víctima, que no el protagonista, de nuestra historia.

Recientemente, os hablaba del Trainspotting, de permanecer sin avances, de restar esperando, viendo la vida como algo externo. Como un aguardar a que nuestra existencia cambie casi por arte de magia, no atreviéndonos, no sabiendo cómo, no pudiendo dar pasos hacia la varita mágica que nos saque de ese estado. No advirtiendo que esa varita mágica no es sino nosotros mismos.
Esta semana, antes de adentrarme en otros temas que también me gustaría tratar en la serie “Elige la vida”, voy a llevaros a dar un paseo por la imaginación, por el pasado-ficción, por el futuro-castrador, por el lado oscuro de la mente humana.
Vamos a adentrarnos en la Twillight Zone, la zona desconocida: vamos a adentrarnos en…

Los límites de la realidad.

La mente humana, sobretodo considerando el abrumador porcentaje cerebral al que parece ser que aún no sacamos partido, es maravillosa, fascinante, casi milagrosa. Nos permite conseguir tanto con tan poco, que no es extraño que hayamos tenido que ponderar en el pasado opciones como la magia o la brujería para explicar aquello que se escapaba a nuestro entendimiento.
Pero no es de esta parte, brillante, sobre la que quiero hablaros hoy, sino de su lado oscuro. De cuando la mente desea ir más allá de sus funciones útiles y cotidianas y, sintiéndose desaprovechada, se nos amotina. De cuando la mente se encapricha por vernos más débiles de lo que somos en realidad y trata de protegernos hasta de los algodones que ella misma coloca a nuestro alrededor. De cuando la mente trabaja tanto enfocada en el exterior, que se olvida de aquella belleza y fuerza interior que poseemos y, lo que es peor, trata de convencernos de que ese mismo mundo exterior es desagradecido, malicioso, repleto de caminos escarpados y precipicios sin señalizar.
Cuando se activa el lado oscuro de tu mente, si no lo adviertes y cuestionas los pensamientos intrusivos, no racionales que te invaden,  terminas por entrar en la Twillight Zone, donde los pensamientos negativos se abalanzan sobre los positivos, mermando su fuerza y credibilidad.
En esa Twillight Zone es fácilmente posible que te sientas incapaz de escuchar, ver o asimilar cuanto ves o escuchas de una forma positiva. Y, en el peor de los casos, de forma racional. Tu mente, atronadora, no hace sino recordarte cualquier pensamiento intrusivo y no positivo del que pudieras haberte burlado con anterioridad. Le da de comer, le sobrealimenta. Y este crece, crece y crece… tanto, que termina por deformar aquello que hasta entonces había sido tu realidad.
En la nueva pseudorealidad en la que tu mente te quiere hacer creer, estando en esa Twillight Zone, el mundo parece estar en tu contra. Tus seres queridos pueden terminar por convertirse a tus ojos en seres aprovechados o carentes de interés por ti. Los sueños en imposibles o, peor aún, en pesadillas… E, igual que sucedía en la serie de la que he tomado prestado el nombre, cualquier posibilidad surrealista y fuera de lo habitualmente esperado se convierte en el desenlace que damos por hecho que vamos a terminar por vivir.

¿Qué conlleva todo esto?

Un perder contacto con la realidad, desde luego. Un perder el contacto con las capacidades de uno mismo. Un perder el contacto con aquello que hace que tu mundo siga girando…
Y ya siendo imposibilitado para girar, tu mundo se estanca, se embarra, se embadurna y reboza con aquella negatividad, que, como el chapapote, ensucia, contamina y se adhiere y mata a cualquier inocente ser que pudiera navegar por el calmado mar que podría ser tu existencia.
Tus pensamientos matan, lentamente. Tu visión del mundo te convierte en un Edipo emocional que no se arranca los ojos, pero sí que los inhabilita, en una suerte de daltonismo curioso en el que sólo puede verse aquello que la mente haya previamente tintado en negro. Y ese mismo color, el negro, deja de ser elegante y pasa a ser tan sólo símbolo de luto: del luto por el bienestar, del luto por la posibilidad, del luto por la vida.
Porque cuando tu vida transcurre inmersa en una Twillight Zone demasiado vigorosa, ni es vida, ni se parece en lo remoto: es una existencia en la que vives enterrando alegrías, enterrando aventuras, enterrando vida. Una existencia que, convertida en capítulo de la mítica serie La Dimensión Desconocida, terminaría probablemente contigo encerrándote en un manicomio del siglo XIX.

Lo que verdaderamente me gustaba de la serie (que tuvo distintas versiones a lo largo de varias décadas), era que su Ciencia-Ficción te llevaba a desempolvar el cerebro, tu creatividad, lo que para ti era, hasta ese momento, una lógica irrefutable… e ir un poco más allá.

Y más allá es donde debéiss ir,  si descubrís en algún momento siendo burlados por el lado oscuro de la mente. Más allá de esos pensamientos intrusivos, más allá del peso que esos pensamientos parecen colocarnos sobre las espaldas, en los pies… Más allá del pasado-ficción, del futuro imposible… Más allá de lo que entendáis como incapacidades o carencias. Más allá de lo que entendáis que ha sido la vida hasta ese momento. Más allá de cómo creáis veros al miraros al espejo. Más allá de cómo creáis que os ven los demás. Más allá de lo que creáis saber del mundo.
Si descubrís en algún momento habitando en la Twillight Zone, olvidaos de nada que no sea cuestionaros cualquier pensamiento que os encoja el pecho y el alma. Cuestionad, rebatid, discutid con lamente y demostradle que se equivoca. Que la vida no tiene porqué ser un sufrimiento. Que la gente no tiene porqué ser maliciosa. Que no tenéis porqué ser víctimas de nada ni de nadie. Ni siquiera de vosotros mismos. Ni de ella.
 
Demostradle que no tienes miedo ni a ganar ni a perder, porque sabes que nada dura eternamente. Que “menos lobos, Caperucita”, y más a ver qué tenemos en la cesta y qué podemos hacer con ello…

Más info acerca de Twillight Zone

Para ayudaros a hacer memoria, o a conocer la serie, aquí tenéis la intro.

Aquí tenéis el link de Wikipedia.


Decidme, Exploradores: ¿qué es para vosotros la Twillight Zone? ¿Qué hacéis para «domarla»?

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Rosa Palmer

Soy la creadora y principal blogger de Por El Camino Azul. Ex-Miembro y reportera de la iniciativa de orientación laboral Parejas Orientadoras entre 2013 y 2016. Colaboré escribiendo artículos periódicamente en La Nueva Ruta del Empleo España entre 2015 y 2016. Mi vicio son las palabras. Adoro la vida, sus misterios, la comunicación y la creatividad. Me motiva la idea de difuminar la terrible frontera entre placer y trabajo. ¿Te apuntas?

2 comentarios en «Twillight Zone y los pensamientos intrusivos»

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