¿Realmente necesitas saber la absoluta verdad?
Existen situaciones y aspectos que escapan de nuestro conocimiento o entendimiento. El comportamiento ajeno, situaciones acaecidas sin nuestra presencia o que no alcanzamos a comprender despiertan una desazón que, prologada en el tiempo, puede resultar dañina. En este artículo reflexiono acerca de la verdad y si es cierto que «la necesitamos». ¿Te apuntas?
Es bueno aprender de nuestras vivencias, también de las ajenas. Para ello, muchas veces, nos empeñamos en descubrir la verdad. La verdad absoluta. Esto suena sencillo. No obstante, hallar la verdad lejos de cualquier duda resulta mucho más complejo de lo que pueda llegar a parecernos. Entender esto forma parte de nuestra evolución como personas.
Aparte del conflicto que pueda surgir ante una vivencia desagradable o dolorosa, habría que tener en cuenta que la verdad así cómo la aprendimos de niños no existe. La vida está llena de color, de intensidad ¿no es, pues, desaprovecharla, el querer entenderla sólo en blanco o negro? Existen versiones, matices. Me atrevería a decir que hay una verdad para cada persona y que, además, no permanece inamovible. Justo como los sentimientos. Diría, además, que la verdad está, por sí misma, enlazada a ellos. De ahí su aparente volubilidad.
Al acaecer un hecho que no nos gustaría que se repitiese tendemos a indagar, a querer saber. Centrándonos en esa verdad absoluta que ansiamos conocer. Con ella, nos decimos, todo será más llevadero: «si sé cuánto ha sucedido, sabré cuánto he hecho mal, por tanto sabré cuánto tengo que evitar». Entonces actuamos casi como ante un terrible accidente aéreo: con la necesidad de averiguar qué pasó, depurar todas las responsabilidades, evitar a toda costa que pueda volver a repetirse. ¡Urge encontrar la caja negra donde todo quedó grabado!
Resulta que ni en desgracias aéreas ni en otras más cotidianas, queda todo registrado en ninguna caja negra, ni en esta que ansiamos, ni en el concepto psicológico que comparte nombre. La verdad no puede encerrarse en cajas, - ¡Compártelo: me ayudarás muchísimo! y de poder ser así, sería más productivo que fuese en una a tener a mano, de fácil apertura, con espacio de sobra. Una caja que poder abrir pero no para fabricar reproches o culpabilidad, sino para ayudarnos a recordar nuestra existencia con afabilidad. Los malos recuerdos encuentran su camino, no es necesario ayudarles ¿no crees?
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Pero antes de eso no habría que olvidar que es normal sentirse mal a veces, es lícito tener ganas de llorar, de patalear, de preguntarte porqué. ¿No querrás tener ese dolor, esos resentimientos, esa culpa por mucho tiempo verdad? La mejor forma es sacarlo fuera, hablando con la persona adecuada, en forma de diario, de cartas… haciendo limpieza de cosas que puedan resultarte dolorosas y no tengan utilidad o puedas permitirte cambiarlas por otras sin carga emocional. Aprender a pensar y vivir de forma asertiva.
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A veces para crear energías hay que gastar las que ya tenemos. Siempre algo positivo. Sé que sabes qué hacer. No tengas miedo a tu cambio. No pienses en si a los demás les gustará. Si no les gusta el chip positivo que necesitas, quizá no merezcan tener espacio en tu día a día. Además ¿de quién es tu vida?
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A buen seguro habrá un conjunto de incógnitas que sentirás la necesidad de aclarar. Sin embargo, para poder sentirte feliz en adelante, es importante que aceptes que no puedes saber o controlar nada en su totalidad. Tampoco podemos el resto. Algunas de estas incógnitas quizá formen parte de la intimidad ajena que no tenemos derecho a exigir que se nos muestre, del mismo modo que los demás no pueden exigir qué parte de nuestra intimidad debemos regalarle a los oídos. Algunas otras quizá formen parte de lo que suele llamarse los misterios de la vida. Misterios que pueden volverse encantos si recuerdas que cuanto te sucede, si te esfuerzas, te hará sentir más fuerte y pleno. Otros, tan sólo necesitan que estemos en otra fase de nuestra evolución. Es decir, simplemente necesitamos tiempo para alcanzar a entenderlos. Y ese entendimiento no hará falta buscarlo, vendrá a nosotros en el momento menos esperado. Confía. Céntrate sólo en aquello que puedas entender. Aprende de ello.
¿Qué acomodar en la caja?
- Aquello que sientes que sí hiciste bien -sin juzgar su medida, efecto o recompensa-. Lo que está bien hecho, lo está. Seguirá estándolo. Ver un acto positivo como error sólo conseguirá que te sientas peor. ¿Prefieres convertir tus buenas acciones en una carga o en un valor, en un ensayo para vivencias mejores?
- Tus pensamientos, sentimientos y sensaciones positivas -parezcan tener sentido o no-. ¿Vas a consentir restarle valor a aquello que puede deslumbrar y llenar de luz en tu nueva vida? ¿Vas a despreciar esa habilidad de llenar tu existencia de alegría?
- Las buenas acciones, palabras, los regalos que la vida te ha brindado hasta ese momento -permanezcan en ella o se hayan marchado-. Agradecer a la vida misma y a quien forma o ha formado parte de ella es un paso definitivo para volver a vivir con cordialidad y no dejar de ser tu mejor amigo. ¿Para qué quieres vivir resentido hacia ti o los demás?
- Una lista no cerrada de ilusiones por reencontrar o conocer, pequeñas ilusiones que convertirán en tu día a día en un camino mucho más agradable que recorrer.
Recuerda: no volverás a existir cómo lo hacías antes. Olvídate. Sí, así, sin más: olvídate. ¿Que porqué? Porque no tiene la menor importancia. Y no la tiene porque si te permites, si refuerzas tu evolución en positivo descubrirás que eres alguien incluso mejor de lo que creías que podías llegar a ser capaz de ser.
¿Cuáles son tus consideraciones acerca de la verdad? ¿Crees que es vital, está sobrevalorada? ¿Cómo te imaginas tu caja positiva, qué incluirías en ella? ¿Cómo superas tus momentos difíciles?
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