El desarrollo personal y los cambios en la vida
La vida está llena de cambios. No obstante, no siempre nos encuentran en momentos en los que nos salga afrontarlos de forma eficaz ¿te apetece saber más al respecto?
El ser humano se distingue por entender los conceptos de forma subjetiva y, además, realizando de forma consciente o inconsciente una previsión de cómo podría ser el devenir del futuro.
Ambos aspectos, si suceden en un momento en el que nuestras emociones o, nuestra autoimagen actual o la forma en la que habitualmente vemos al mundo no es del todo sana, corremos el riesgo de tomar una visión distorsionada de cómo es nuestra vida, de cómo es nuestro entorno o, peor aún, de cómo somos nosotr@s mismos.
El cambio como la aceptación de vivir en un mundo evolutivo
Dicen que el ser humano es un animal de costumbres.
Existen personas que tienen una necesidad muy marcada de “tener por mano” lo que entienden que es su mundo. Sienten que es preciso que las sucedan de un modo estándar predefinido de alguna forma, por la costumbre, por la rutina, por la repetitividad de eventos de una forma que entienden como la más natural e imprescindible.
Entienden también esas rutinas y costumbres como la forma más efectiva para sentirse a gusto, ya que son parte establecida de lo que llamamos su zona de confort. El menor cambio les incomoda no solo porque escape a sus planes y a su control, sino también porque les enfrenta a situaciones nuevas para las que no están seguros de tener las herramientas necesarias.
¿Pero cómo van a saber si tienen o no las herramientas necesarias para enfrentarse a esas situaciones sin vivirlas primero?
Las rutinas son importantes, por ejemplo, tener una mejor salud, para conseguir que nuestro tiempo disponiblenos permita alcanzar más actividades, a base de perfeccionarlas al repetir tareas importantes de forma idéntica vez tras vez…
Son importantes también para que nuestro organismo lo tenga fácil para realizar la parte que sólo él puede realizar: seguir sano. De forma que nosotros podamos concentrarnos en aquellas cosas que solo nosotros podemos realizar: potenciar nuestra felicidad, relajarnos, desempeñar nuestras funciones indelegables.
¿Es una buena idea tener como objetivo mantener una vida con costumbres estáticas, cuando el mundo, tus circunstancias, tu cuerpo y tu entorno… están en continuo e indefectible cambio?
No me malinterpretes, no pretendo que, ahora, sin más, una persona habituada a tener una vida organizada y ordenada a su forma, se convierta en un ninja de salir de la zona de confort. Solamente pretendo una cosa: que reflexiones acerca del hecho de que querer vivir con una vida estructurada no tiene porqué sentirse como que tienes el entero universo en tu contra, que eres un bicho raro o que estás luchando sin cesar contra cosas que se escapan de tu control.
Trabajar tu forma de entender a los demás y a ti mismo, al mundo, a tu entorno, la naturaleza… tal vez te ayude a ver la situación de otro modo. A ver la belleza que tienen los cambios.
De hecho, sin ellos no estaríamos aquí ¿verdad?
¿Y si abres la puerta al cambio solo para saber de verdad si te gusta o no?
La mejor forma de averiguar si realmente algo te puede gustar es dándole la oportunidad de formar parte de tu vida en condiciones similares a las cosas que ya forman parte de ella.
Algunas personas piensan que para añadir una novedad en la vida de alguien ese alguien deben tomar lo que hacen los demás y presionarlo en su día a día hasta que encaje.
¿Te parece una forma sencilla de conseguir sentirla como necesaria o, más aún, terminar viéndola como propia?
Soy de la opinión, por las distintas ocasiones en las que he intentado con mejor o menor éxito implementar cambio en mi vida que, si bien es una buena idea tomar ideas de las experiencias ajenas y aprender de ellas (lo que se llama aprendizaje vicario), no hay que olvidar la importancia de vivir nuestra experiencia de forma natural, adaptándola a nosotros. Jugando en nuestro campo, por así decirlo.
Dándonos tiempo para familiarizarnos con ello, probar distintas formas de encaje sobrellevado en nuestra forma de ser y organizarnos… solo si de verdad nos sentimos cómodos con ello tras un tiempo razonable, previamente “autopactado”.
Y es que ni es obligatorio cambiar de una forma determinada, ni en un plazo de tiempo determinado (salvo en excepciones concretas) así que ¿por qué añadirle estrés a nuestros experimentos o juegos?
Porque así entiendo a día de hoy los cambios: como experimentos, como juegos en los que trato de averiguar si algo es para mí, cómo puedo llevarlo a mi terreno y ver qué sucede.
Si no me gusta el resultado, o como me siento tras darle una oportunidad sincera, siempre puedo dejarlo estar ¿verdad?
El cambio como ruptura con el entorno o costumbres
Tu vida Vs tu momento vital
Nos olvidamos de que existimos en un mundo en continua evolución. Si bien es cierto que existen aspectos que son, en esencia, igual que en siglos anteriores, es innegable que aparecen a menudo variaciones tanto en nuestro entorno como en nosotros mismos.
Si confundimos la parte por el todo, podemos pasar de entender que estamos en un momento vital estresante o agobiante, a entender que la que es así es nuestra vida entera. Y en vez de pensar que estamos en una “mala racha”, daremos por hecho que tenemos una vida en unos términos que nos desagradan.
¿Y qué convierte a una experiencia vital en desagradable?
Cada persona tiene su propia versión de lo que es para ella una experiencia vital desagradable. ¿Nunca has echado un vistazo a la vida de los demás y descubierto estilos de vida que no te parecen idóneos para tratar de emularlos o que, simplemente, no puedes comprender?
¿Entonces por qué pensar que no eres capaz de darle la vuelta a la tortilla?
Todos vivimos momentos en los que una vocecita interior nos dice que no somos capaces de algo. Las palabras que nos dice esa horrible vocecilla nos escuecen o duelen. También refuerzan la visión de que una creencia errónea es para nosotros certera. Echamos un vistazo histórico, cuando ya todo está teñido de toxicidad, y vemos pruebas por doquier de lo feo que está todo…
Caer en la inactividad pensando que no somos capaces de revertir una situación desagradable o dolorosa nos deja en una situación victimista que empeora con el paso del tiempo aún más nuestra autoimagen. Y retroalimenta esa vocecilla, esas falsas creencias y todo aquello que nos resta energías para simplemente estar bien… ¡o estar de cine!
Bueno… nuestra vocecilla insiste en que no podemos (usa palabras más duras, pero no tengo ganas de darle cuartelillo escribiéndolas aquí)… ¿y si pedimos ayuda? ¡Que alguien mejore nuestra vida! ¡Esa es la solución!
Desde luego que pedir ayuda es una opción positiva y viable para conseguir revertir nuestra situación pero…
La única persona que verdaderamente puede revertir tu situación vital eres tú.
¿Por qué? Porque responsabilizar de tu felicidad a otra persona solo conseguirá que:
- Le abrumes con la responsabilidad de un círculo de influencia ajeno (o sea, el tuyo)
- Le hagas sentir impotencia, puesto que por mucho que lo intente, su margen de actuación con respecto a tu vida, pensamientos y sentimientos es limitado
- Aumentará tu rol victimista y convertirá vuestra situación, tuya y de esa persona, en una espiral de toxicidad, nerviosismo e inseguridad
¿Serviría para algo todo eso?
¿Entiendes ahora por qué digo que la única persona que verdaderamente puede revertir tu situación vital eres tú?
Y antes de que te invadan pensamientos y sentimientos negativos, del tipo «yo no puedo”, “¿para qué diablos estoy leyendo esto?” y demás, te diré que:
No te estoy negando la posibilidad de solicitar ayuda. Te estoy mostrando que existe una diferencia entre solicitar ayuda y solicitar ayuda de forma asertiva.
Solicitar ayuda de forma asertiva requiere otorgar el beneficio de la duda a la posibilidad. - ¡Compártelo: me ayudarás muchísimo!
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Si crees que es imposible que consigas revertir tu situación debo advertirte que da igual lo asertiva, magnífica y profesional que sea la ayuda que busques y/o consigas. Así de sencillo y complicado a la vez.
¿Sigues pensando que es imposible?
¿Y si te dijera que toda situación de cambio está sujeta a unas fases en común?
¿Nada? ¿Y si te dijera que ya has empezado a cambiar?
El hecho de sentirse descontento con tu situación es una prueba indiscutible de que ese cambio ya está iniciado. Has echado un vistazo a lo que encuentras en tu vida y lo has confrontado con lo que te gustaría encontrar en ella.
¿Y si lo pruebas recordando que el mundo, tus circunstancias y tú sois evolutivos, moldeables, matizables…?
Conozcamos y reconozcamos…
Las fases del cambio
Como decía más arriba, todo cambio sucede con unas fases en común. No surge simplemente con un ¡zas! Aunque así lo parezca muchas veces, debo admitirlo.
- No está sucediendo. Es la primera fase, en la que te confrontas con aquello que entiendes como tu realidad y analizas qué está pasando. Te despierta cierta incredulidad: ¿cómo es posible que sea así? ¿Cómo no pudiste frenarlo?
- ¿Por qué a mí? Es la segunda frase, en la que de algún modo te sientes víctima. Se te olvida que las situaciones vitales de los demás en ocasiones se sienten así también y llegas a la errónea conclusión de que solo te sucede a ti. Que eres más desgraciado que los demás.
- Si al menos… Es la tercera fase, en la que ya has llegado a la conclusión de que el cambio ha iniciado sin que te percataras, que es innegable que te está ocurriendo a ti concretamente, “te lo merezcas” o no. Una parte de ti ha iniciado la aceptación mientras otra parte de ti preferiría que, ya que ha sucedido esto, al menos fuese de otra forma más llevadera.
- Qué desolad@ me siento. Es la cuarta fase, y la que presenta más desafíos. Es en la que te das cuenta de que la situación es cómo es: el cambio inició sin avisarte, te sucedió a ti, lo merecieras o no y tal vez no de la forma más sencilla de vivir… así que te sientes mal por ello… hasta que desarrollas las herramientas para pasar a la siguiente fase. Debido a la importancia de esta fase, si te apetece, le echaremos un vistazo más amplio un poco más abajo.
- En fin: esto es lo que hay. ¿Ahora qué? Esta es la fase final y de crecimiento en la que aceptas la situación, todo lo sucedido hasta ese momento y descubres que el mundo no termina allí. Puedes empezar a desdramatizar, crear objetivos sencillos y sanos… ¡Y antes de que te des cuenta, podrás lanzarte a soñar de forma objetiva!
Del Valle de la Desesperanza Transitoria al ¿y ahora qué?
Este podría ser un título de cosecha propia, de hecho es como muy literario, eso del “valle de la desesperanza”.
Además, lo considero muy acertado: un terreno más bajo que el de su entorno… Y, es que en esta fase nos sentimos definitivamente más bajos que nuestro entorno. Nos sentimos un tanto incapaces, tal vez vacíos, tal vez entendiendo nuestra situación vital (o, peor aún, vida como un todo) sin sentido coherente…
Se nos olvida que eso de otorgar sentidos a las cosas es algo muy subjetivo y que cuando estamos de “vacaciones” en el valle de la desesperanza transitoria no estamos, precisamente, en el mejor momento para valorar equilibradamente nuestra vida de forma equilibrada o justa para con nosotros, nuestras vivencias y quienes nos rodean.
Existe una palabra muy importante en el título de este apartado ¿has descubierto cuál?
La palabra verdaderamente importante del título es transitoria. Es algo temporal, pasajero. Alto ahí con el concepto pasajero. Algo pasajero es algo que tiene “fecha de caducidad”, por así decirlo. Algo pasajero es algo que viaja, también. No olvidemos que del mismo modo que nosotros hemos viajado a través del cambio hasta llegar a esta fase, esta fase también viajará, como pasajera que es, hacia otro lugar: hacia lo que conformará nuestro pasado.
En un tiempo, si de verdad te lo permites, conseguirás que el valle de la desesperanza transitoria viaje hacia lo que entonces llamarás pasado. No desaparecerá de tu vida, por supuesto, como todas las cosas que forman parte de él. Pero sí que tendrá una distinta intensidad para ti. Y despertará otras sensaciones, porque, al mirar atrás, recordarás que fuiste capaz de afrontar la situación. Que descubriste y desarrollaste herramientas y capacidades y competencias que aún no conocías en ti.
Pero antes de eso… echemos un vistazo al valle.
Factores importantes para crecer en tu experiencia en el Valle de la Desesperanza transitoria
- Dejar de verte como víctima de la situación.
Es cierto que te ha sobrevenido una situación que no habías visto venir o no has sabido reconducir… ahora te toca determinar qué se encuentra en tu centro de influencia. Esto es: aquellas cosas sobre las que puedes influir positivamente.
- Trabaja tu autoimagen.
Como vengo insinuando en todo el texto de hoy, es imprescindible para que la situación mejore o puedas vivirla de forma más sana mejorar tu autoimagen. ¿Todo en esta situación escapa a tu capacidad de movimientos? No es así. Así que aprende a ver más allá de tus antiguos impotencia y victimismo. Dime ¿qué hay más allá de ellos?
- Recobra tu capacidad de soñar.
Que tu situación vital no te guste no te convierte en fracasado, sino en alguien que merece 1 cambio - ¡Compártelo: me ayudarás muchísimo!
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Que, enfocándose de forma objetiva, puede aprender a conseguir pequeños logros primero. Sueños más elaborados después.
- Imagínate cómo te sentirás al conseguirlo.
Así que no escatimes en detalles, haz todo lo posible por “ver” tus sueños al completo. Eso te dará pistas acerca de pasos factibles para conseguirlo.
- Recuerda situaciones de cambio anteriores
Situaciones que hayas superado favorablemente. Te ayudarán a fortalecerte en momentos más difíciles.
- Inspírate con las experiencias de alguien que haya logrado su propio cambio.
¿Por qué no vas a conseguirlo tú también? Analiza cuáles fueron las claves que le llevaron a lograrlo.
- Construye un camino visual desde tu situación actual a la deseada y factible.
Crea un camino que sea medible, con estaciones en las que poder ir celebrando y compartiendo tus logros.
- Crea rutinas para recorrer ese camino que no sean excesivamente exigentes o ligeras.
Deben suponer un avance no estresante para ti.
- Incluye formas para aligerar el esfuerzo.
Como pequeñas revisiones periódicas para reconducir tus objetivos si es necesario, y actividades que te ayuden a gestionar tu estrés como dedicarte tiempo a ti mismo y a tus relaciones personales.
- No olvides rodearte de personas que sumen
Tu experiencia de cambio mejorará exponencialmente.
- Permítete errar.
Permítete errar. Y cuando lo hagas, simplemente avanza y aprende con ello. - ¡Compártelo: me ayudarás muchísimo!Powered by Vcgs-Toolbox
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